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Leía un artículo hace un par de días de Matt Gemmel que afirmaba que nadie había causado más daño al valor percibido, o a la percepción del valor del software que Apple. Algo que ha traído consecuencias que ha impedido en el paso de los últimos nueve años, desde la presentación de la App Store en 2008, la sostenibilidad del negocio del desarrollador independiente.
Si es cierto que hubo una época dorada, vamos a decir 2008 a 2011, en el que desarrollar para el iPhone y el iPad era como salir a surfear en una piscina, no tenía riesgo ninguno y la mayor parte de los que aprovecharon el tirón fueron desarrolladores independientes que se adaptaron mucho más rápido que los grandes estudios.
Era la época en la que surgía Angry Birds, Fruit Ninja, del Osmos y del Plants vs Zombies y demás a nivel de juegos. Y cuando algunos no pestañeaban en pagar 2-3 euros o dólares por Instapaper o 9-10 por 1Password.
Volviendo al tema inicial, Gemmel cita varios puntos que me parecen claves en cómo las políticas de la App Store han ido creando un círculo vicioso que ha cambiado el modelo tradicional de aplicaciones hacia favorecer lo gratuito.
Me voy a centrar en comentar los puntos, y en ofrecer una alternativa, o una posibilidad de cambio.
1) Se ha acostumbrado a los clientes a esperar precios bajos o a merecer incluso que las apps sean gratuitas, gracias al total de iPhones y iPads en el mercado. Al haber tanta gente buscando apps y tanta gente publicando aplicaciones, se crean incentivos donde la curva de oferta y demanda.
—Aquí no hay mucho que mejorar. Es un gran mercado y ya ha sido definido así. No parece que se vaya a poder cambiar.
2) El sistema de cuentas de identificación permite a un cliente mover el software comprado a cuantos dispositivos quiera dentro de su familia. Comprar una vez una app para tu iPhone significa que tus otros familiares bajo la misma cuenta o bajo una cuenta familiar también la pueden tener. No pagan una cuota extra.
—Esto podría estar limitado a un número concreto de dispositivos totales. No puedes poder utilizar una app en más de un dispositivo, o dos por ejemplo. O permitir a los desarrolladores decidir cuántos. Sería útil y creo que los consumidores lo entenderían. — No habría que pagar de nuevo por la aplicación quizá, pero sí pagar un % extra sobre el valor inicial. Por ejemplo, si compras un juego para tu móvil serían 5 euros o dólares, y si lo quieres poner en el iPad de tu pareja, pues 1 euro o 1 dólar extra.
3) Las propias dinámicas de la App Store llevan a desarrolladores a tener que combinar aplicaciones para iPad y iPhone en una, y de rebote para el Apple Watch, al ser aplicaciones dependientes de las del teléfono.
—Este punto, poco que decir. Tiene sentido a nivel de desarrollo hacerlo así, es una dinámica obvia a nivel de recursos. Si bien es cierto que este punto se refuerza con el anterior, Apple podría permitir establecer precios para versión universal. “Quieres la versión de iPhone 2€, quieres la de iPad? 3€, quieres la universal? 4€”
Pero sobre todo yo creo que se puede resumir en que casi una década después, la gente ya está acostumbrada a otra cosa. El otro día mencionaba en Twitter que había pasado más tiempo ya desde el lanzamiento del iPhone hasta hoy en día, que desde el lanzamiento de Windows 98 al iPhone.
En esta última década, o si queremos ser más exactos 9 años desde la llegada de la App Store, la mayoría de personas del planeta han pasado a comprender y esperar las dinámicas de precio que imperan en la App Store y en Google Play y en otras plataformas cerradas de distribución: sólo funciona lo gratuito, y luego ya veremos cómo monetizar.
Esto ha llevado a que sean los grandes estudios los que dominen la plataforma, un contraste muy claro con el pasado tradicional de distirbución en Windows y en Mac, donde grandes compañías como Adobe o Microsoft vendían sus programas —recordemos que antes no hablábamos de apps, hablábamos de programas— pero había un buen hueco para desarrolladores independientes, especialmente en Mac.
Aquí añadiría un punto, y es la terrible, terrible, terrible sistema de análiticas que hasta hace poco ha ofrecido Apple a los desarrolladores. Con reportes con retrasos y sin apenas datos, no podían saber de dónde venían los clientes, no podían saber cuántos abandonaban, ni contestar a los comentarios que dejaban, ni nada.
Para ser el principal sustento, la App Store ha sido un milagro que haya funcionado tan bien como hasta ahora. O mejor dicho, ha funcionado regular siempre, pero como es lo único que hemos visto siempre, pues creemos que es como tienen que ser las cosas, y no.
Recordad cuando la App Store era, durante años, una serie de páginas HTML dentro de un envoltorio nativo. Que Apple tardó hasta iOS 7 si no recuerdo mal en hacer una aplicación nativa completa para la parte más importante de su negocio. Cosas raras de esta compañía…
El sistema de pago por adelantado y las actualizaciones automatizadas crearon nuevas dinámicas. Los clientes esperaban que su app se actualizase gratis hasta el fin de los tiempos, y los desarrolladores no tenían posibilidad de ofrecer descuentos por actualización a nuevas versiones.
Lanzar una aplicación a un precio fijo que funcionase sobre un servicio que el desarrollador tenía que mantener, pues no salía a cuenta. Y menos cuando, de nuevo, las dinámicas hacían rebajar el precio de venta del software.
Mucho tiempo después Apple creó las suscripciones, que primero aparecieron en la sección de “Kiosko” y estaban limitadas a aplicaciones de prensa. Era la época en la que el iPad iba a salvar a los periódicos, no sé si os acordáis.
Poco a poco y a paso de gusano, Apple movió las suscripciones y creó los paquetes de aplicaciones, y creó una especie de sistema de “prueba gratuita” pero el daño ya estaba hecho. La gente no se acostumbraba.
Apple ya movió ficha, ocho años después de crear la App Store reduciendo al 15% el corte que se lleva para las suscripciones cuando la suscripción tenía ya más de un año. Pero es como poner una tirita cuando te ha atropellado un camión.
El más perjudicado de todos sin duda es, creo, el iPad. De haber un modelo más robusto y una plataforma más establecida para los desarrolladores, muchos habrían podido apostar por crear aplicaciones más serias.
Pero cuando llegaban a la tienda las apps de 30 o de 40 euros, o dólares, que ofrecían prestaciones similares a las que habían costado eso toda la vida en Mac o Windows, la gente no las compraba. Y se probó bajando el precio a 20 euros o a 14.99, y nada. No funcionaba.
La gente había pasado el modelo del todo barato, y si es posible todo gratis del iPhone al iPad, o bueno en todos los smartphones y tabletas de otros sistemas, y no había manera.
Si hasta Apple se permite ofrecer aplicaciones tan complejas como Garageband o su suite de ofimática de forma gratuita, ¿qué puede hacer el creador de un editor de texto si Pages es gratuito, y Word también? Bueno, Word es “gratuita” ya que muchas cosas, sobre todo en iPad Pro, requieren tener suscripción de Office 365. Pero me entendéis.
Al final, podemos pedir a Apple que ponga ventanas compartidas al sistema operativo del iPad, que ponga ventanas flotantes, que ponga atajos de teclado y una barra de menús como en Windows o en Mac. Da igual.
Los desarrolladores creo ya que no van a venir. Y sin ninguna duda, visto de esta forma, creo que el hecho de que haya mucha gente incapaz de dar el salto de Windows o de Mac al iPad como ordenador principal se debe mucho más a la falta de aplicaciones serias, y por serias me refiero a equivalentes a las de Mac y Windows. — Esto creo que deja atrás a mucha más gente que el hecho de que para hacer una captura de pantalla haya que hacer contorsionismo con los dedos, o que el Apple Pen cueste 100 euros, o que el teclado oficial de Apple para el iPad Pro haya estado sin adaptarse y tener la Ñ durante nosecuántos meses.
Sin desarrolladores no hay plataforma, y sin plataforma ya puede Apple poner hasta línea de comandos si quiere en el iPad, que va a seguir quedando para unos pocos.
De nuevo, esto no quiere decir que sea imposible trabajar en un iPad, que sé que es perfectamente posible para muchos de vosotros. Simplemente creo que el iPad estaba destinado a mucho, mucho más de lo que hace hoy en día.
Fijaos en la presentación del iPad 2 que hizo Steve Jobs, que no recuerdo si fue la última que hizo. Básicamente pasó de mostrar el chisme, lo que hacía ni nada, se centraba en el software y tal. Desde entonces, cada presentación de un nuevo iPad ha sido:
Y así hasta la llegada del iPad Pro, 5 o 6 años después del iPad 2 en lo el hardware era lo de menos. El iPad estaba destinado a ser eso, una pizarra en blanco donde el software tendría el protagonismo total, y creo que las políticas de la App Store han torcido la visión inicial que Steve Jobs tenía para el iPad.
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